domingo, 1 de noviembre de 2009

Para revisar las ideas acerca de juventud.

MATERIAL AMPLIATORIO
Acerca de las concepciones sobre adolescencias: sentido del plural.

Lo singular: sus raíces.
Las concepciones monolíticas de la adolescencia establecen rasgos genéricos a los sujetos que transitan esta etapa, postulan “cómo los sujetos son” y “cómo deben ser” (cómo debe ser su desarrollo físico y psicológico qué puede aprender un adolescente, en qué periodos de tiempos, etc.) Estas concepciones fijan parámetros que distinguen y clasifican a los sujetos entre aquellos que responden a la norma y aquellos que no porque se desvían de la misma.
G. Frigerio y G. Diker definen: “Así, la construcción histórica de la infancia y la adolescencia en singular, es decir, la definición y la naturalización de una imagen unívoca de infancia y la consecuente naturalización de un único modo correcto de relación entre adultos y niños, hace estallar el mundo infantil en dos territorios claramente diferenciados: el de la infancia (…) y el de la minoridad, el de los niños y adolescentes que no responden a estos parámetros y por tanto viven en “situación irregular”. (Clase 0 del CEM)

Lo plural: la singularidad de las identidades.
Las autoras citadas más arriba refieren a la desnaturalización de la concepción normalista de la infancia y la adolescencia y el reconocimiento de su carácter histórico lo cual nos lleva a reconocer la heterogeneidad de los modos de vivir la infancia y la adolescencia. Por ello hablamos actualmente de infancias y adolescencias en plural.
Dicen las autoras: “Este plural invita a romper la imagen monolítica que se construyó acerca de la niñez y la adolescencia a lo largo de los últimos siglos y que todavía sigue vigente en nuestros modos de pensar y en nuestros pensamientos” en relación a ellos. Siguen las autoras: “Esto nos permite abandonar la distinción “niño” – “menor” y reconocer que, con sus particularidades culturales y sociales, todos los niños y adolescentes tienen un horizonte común: la ciudadanía".
Diversos aportes teóricos – como los trabajos de M. Mead - autorizan a discutir la noción que reduce la juventud a una cuestión de edad y nos proponen pensarla como una construcción socio-cultural, que varía según los contextos históricos y las condiciones sociales. La noción de liminalidad, admite reconocer ritos de salida y de entrada como un rasgo común de las diversas juventudes, en diferentes contextos.
Otro rasgo común a todos los /as chicos /as señalado por R. Efrón es el de la vulnerabilidad, lo expresa en estos términos: “La característica clave del recorrido adolescente es la vulnerabilidad, precisamente porque está cambiando su caparazón (igual que la langosta de mar) y porque la sociedad ofrece muy pocas rocas para protegerlo. Es vulnerable entonces porque mientras realiza eta operación queda a la intemperie y las heridas que se le producen afectan todo el andamiaje sobre el que se fue construyendo, su estructura. La caparazón también se herirá al recubrir el cuerpo herido”.
La clasificación en edades como parte del arbitrario cultural de cada contexto (término de P. Bordieu) caracteriza la juventud como un período de la vida de límites variables, en el que es posible encontrar diferentes maneras de ser y de experimentar "la juventud", de acuerdo con épocas y condiciones sociales y culturales diferentes. Por eso, para la sociología, la antropología o la historia no es posible pensar en una juventud, sino en múltiples y diversas juventudes.
En coincidencia con Bourdieu, Mario Margulis (1996) y Marcelo Urresti (1999), sociólogos estudiosos de los jóvenes y la juventud en la Argentina, toman en cuenta la heterogeneidad social y las diversas modalidades en que se presenta la condición de joven. Afirman que el concepto de “juventud” es esquivo porque alude a una construcción histórica, social y cultural y no a una mera condición de edad.